Se cumplieron seis meses de la asunción del gobierno que encabeza Ricardo Quintela, y vale rescatar la coherencia entre lo dicho y lo hecho. En apenas 182 días de gestión, en medio de una crisis económica y la emergencia por la pandemia, el nuevo gobierno reafirma con acciones la voluntad popular de dar una vuelta de página al liberalismo en la provincia. Por Alejandro Romero
Con un esquema, u organigrama de gobierno con lugar para diversos sectores del PJ y sus aliados, Quintela lleva el timón con pulso firme. Su gestión atiende las necesidades de abajo para arriba, sin ningún tipo de prurito; con hechos concretos que alimentan más esperanza, con avances en materia de desarrollo federal y cambios de frente en áreas que durante décadas fueron manejadas bajo paradigmas anacrónicos y anti populares.
En seis meses, este equipo de gobierno supo asumir la herencia del macrismo en la provincia y mostrar solvencia en el contexto de emergencia sanitaria que se configuró con el avance de la pandemia y una epidemia de dengue que eclosionó a pocos días de llegar al poder, sumando aún mayor complejidad al escenario. Pese a esto, los reflejos estuvieron a la altura de las circunstancias y la voluntad también.
No hubo tiempo para revanchismos de ningún tipo; más bien se mostró apego a la institucionalidad. Tampoco hizo tabula raza con lo positivo que dejó el gobierno de transición de Sergio Casas y a donde hubo avances allí quedaron.
En este primer semestre se mostró una nueva forma de relacionarse con la oposición local y una línea de total coherencia con el espíritu del Frente nacional, popular, federal y feminista.
Hoy por hoy, la energía del movimiento popular de Ricardo Quintela, se refleja bien direccionada, enfocada en un proyecto capaz de contener expectativas en la diversidad y sin perder de vista las prioridades de justicia social.