Hace unos días una noticia de Chilecito, impacto a nivel regional para alimentar la desinformación que existe en torno al trabajo rural. La misma reflejaba los desafortunados dichos del actual intendente, quien reclamaba por la falta de interés de sus coterráneos a la hora de suscribirse en una bolsa de trabaj, ya que esta ofrecía tres mil puestos para la cosecha de uva y aceituna, y solo se habían anotado tres trabajadores locales. Por Alejandro Romero
Sin dudas los prejuicios del flamante Intendente le jugaron una mala pasada; pues creyó haber inventado la pólvora con una iniciativa que pretendía dejar de lado al explotadx trabajadxr golondrina que generalmente hace este trabajo, para que esos puestos sean ganados por trabajadores locales.
El argumento de que lxs trabajadores rurales de afuera le quitan el trabajo a los locales es una mentira del tamaño de una montaña y si bien la idea del intendente de Chilecito puede no haber sido mal intencionada, es obvio que al menos peca de una ingenuidad de igual proporción. Por un lado, al desconocer el contexto y las condiciones históricas que constituyen a este trabajadxr; y por otro al desestimar los avances en materia de derechos que logró el Estado argentino en los últimos años. Avances que para el gobierno del Frente de Todos, del cual el Intendente forma parte, pero más aún para el proyecto de gobierno de Ricardo Quintela; que representan un piso a reconquistar y garantizar.
No cualquiera puede levantar una gamela con 20 kilos de uva o morral de aceituna y llevarla hasta un camión en plantaciones que tienen una altura determinada, en condiciones climáticas extremas. No cualquiera puede aguantar el ritmo que demanda el productor dueño de la plantación. O disponer de los medios para trasladarse hasta el lugar, ya que lxs trabajadores locales no viven todxs en un mismo lugar, a donde un colectivo los puede buscar. Tampoco éste tiene configurada su vida para esperar la vendimia o la aceituna todo el año, como la tienen lxs invisivilizadxs trabajadores golondrinas, que son quienes lamentablemente si encajan en este modelo productivo. Ni la altura de las parras se adapta a los pobladores locales, como sí lo hacen a la estatura de nuestrxs hermanxs norteños y bolivianos.
Para gamelear una vendimia es necesario reunir una serie de condiciones, o tener un nivel de desamparo y necesidad que evidentemente la sociedad chileciteña no puede ofrecer; pues las dejó en el pasado de explotación que signaron a nuestra provincia antes de la llegada del peronismo a la política nacional. Quienes pueden hacerlo, son un sujeto que reúne determinadas características y que a lo largo del tiempo ha ido consolidando sobre su espalda la injusticia estructural que implica el sostenimiento de este modelo.
Como era de suponer, los medios que se hicieron eco de los dichos fueron los vinculados a las corporaciones y no dudaron a la hora de situar la información en desmedro de las víctimas de esta realidad. En todos los casos el abordaje direccionó el análisis hacia el eje favorito del poder real: estigmatizar y dividir a la sociedad; que es siempre el escenario ideal para que aquellas puedan avanzar con sus intereses. Detalle menor y vernáculo, es el penoso papel que juegan algunxs comunicadores riojanos que la van de serixs y solo aportan a la desintegración y al retraso cultural.
Claro está que desandar los prejuicios instalados por los medios, que justamente representan a quienes más beneficiaron con la explotación, no es tarea sencilla. Sin embargo vale la pena intentarlo; sobre todo porque el tema salió a la luz tras las expresiones de un representante del poder político que tiene en sus manos la responsabilidad de avanzar en verdaderas transformaciones para el bien común.
Más allá de que el intendente Brizuela y Doria provenga de un sector de la producción que tradicionalmente se valió de la mano de obra que ofrecía una Rioja empobrecida a mediados del siglo pasado, y luego por trabajadores golondrinas; está el hecho de que él fue elegido intendente en su distrito como candidato del Frente de Todos. Por suerte, las contradicciones que surgen tras sus dichos podrían abrir el camino a un debate tan necesario como desestimado por los mismos que solo las tomaron para estigmatizar a lxs chileciteños con una falacia que solo favorece al poder concentrado. Y al referirnos al poder concentrado, vale la pena distinguir que en esta categoría no están incluidos los pequeños y medianos productores, pues aunque estos forman parte del problema de la explotación, no son los que más se favorecen de la misma, o quienes más inciden en el presente para ampliar las brechas de desigualdad. A ese lugar lo ocupan los grandes formadores de precios.
Obviamente, para transitar de manera positiva este debate es necesario despojarse de las “verdades” panfletarias estériles; no desideologizarse, pero apuntar al problema con planteos innovadores, si es que de verdad hay voluntad de resolver la realidad de la exclusión de la sociedad actual.
Hasta el año 2015 gobernó en la Argentina un proyecto que elevó el piso de derechos y achicó las brechas de desigualdad como pocos en la historia reciente. Éste afrontó el problema de la explotación del trabajadxr rural en serio creando un organismo como el RENATEA, con el cual avanzó en la tarea de revertir la precarización laboral del sector. Luego a esto, el gobierno de las corporaciones, el gobierno de Macri, lo destruyó, haciendo retroceder 10 años o más la participación del Estado en el tema. Pero resulta que Cambiemos no solo perjudicó al trabajadxr rural, también perjudicó al productor con apertura de importaciones y falta de crédito para la inversión en el sector. O sea, la realidad de la explotación empeoró, pero también la de los productores.
Es en este punto que se hace necesario avanzar con cautela y poner la atención principalmente en quienes sufren el modelo de exclusión que propone el capitalismo financiero y su matriz cultural neoliberal. Y al mismo tiempo discernir cual es el verdadero enemigo para ambos. Obviamente, esto no hará desaparecer la contradicción de intereses entre lxs dueñxs de las parcelas y lxs cosecherxs, tampoco la génesis de la misma, pero le pondrá un poco de sensatez y humanismo al asunto. De esto se trata el nuevo contrato social que propone el Frente que lideran Alberto y Cristina y que como argentinxs y riojanxs nos debemos, en honor a la heroica historia que forjamos como pueblo que lucha por su emancipación.