La gestión de Alberto Paredes Urquiza (APU) en la intendencia y su reciente postulación para ser reelecto, reflejan de pleno el fracaso y la decrepitud del proyecto de Macri en el municipio Capital. ¿De qué sirve la avenida Primero de Marzo convertida en una espléndida autovía, si a una cuadra para cada lado, el asfalto y los servicios están detonados, y barrios enteros ni siquiera cuentan con ellos?
El actual Intendente, socio de Macri, Martínez y Beder Herrera, se aferra a la idea de conservar el municipio; pero subestima al electorado. Posiblemente esto tenga que ver con la aprobación tacita de lxs capitalinos para con un par de obras realizadas, las cuales le permitirían alcanzar , la idea de legitimidad y fuente de votos; pero para la Ciudad, lxs vecinxs y hasta lxs propios empleadxs municipales, la realidad indica todo lo contrario.
Tras una paupérrima gestión, la actitud asumida por el intendente, refleja nada más ni nada menos que la decrepitud de la propuesta del Macrismo en el ámbito de un municipio del interior del país. Esta derrota o decadencia, se expresa en la desfachatez de un referente, que se siente con legitimidad de presentarse como candidato ante la ciudadanía, solo por el hecho de poder pagar una campaña.
Ahora bien, este sujeto que encarna APU, a quien no le queda ningún argumento político para justificarse y exhibe su ambición sin ningún tipo de pudor, no es otra cosa que el emergente de un fenómeno más amplio e intrínsecamente ligado a la cultura neoliberal que permeó a casi todas las instituciones , incluido los partidos políticos. Hoy por hoy, la afiliación a un partido no garantiza coherencia ideológica, es más, las “chapas” partidarias se han convertido también en moneda de cambio. Sin embargo los que ocupan lugares de representación desde la falsedad ideológica o desde los intereses individuales, son en realidad reproductores del sistema neoliberal y responsables de haber llevado a grandes capas de la sociedad a sentir desprecio por la política.
El caso Tere Luna Julio Martínez que replica lo de Picheto con Macri, también es paradigmático en la provincia. Pero el fenómeno no solo se expresa en el “panquequismo”, sino en un conjunto de prácticas clientelares generalizadas y naturalizadas.
En este contexto es que podemos explicarnos la traición de APU al FPV y su posterior subordinación al proyecto de Cambiemos. En su figura, que hoy gira al descubierto en busca de un espacio de poder, podemos ver con claridad aquello que sus socios sostienen de manera solapada, pero sin dejar de ser elementos locales funcionales al centralismo. En todo caso decir también que, en su mayoría todas las expresiones y propuestas que dividen los votos del conglomerado anti neoliberal que constituye el Frente de Todos, son parte del problema y no de la solución.
A cuento sobre lo que venimos diciendo y a modo de cierre auspicioso, recordar que hace unos días a través de este medio exponíamos como una buena noticia la cuestión del viraje histórico que hizo el justicialismo en la provincia. Un cambio de rumbo que se inició en el momento que Sergio Casas asume el poder tras la derrota de Beder como jefe político en las elecciones legislativas del 2017 y que se consolidó hace poco con la designación de Ricardo Quintela como su continuador.