La realidad que se niega, pero que existe. Los quiebres dentro del bloque de poder. El proyecto de recomposición del ciclo capitalista y la cuidadosa agenda de unidad que debe llevar adelante el proyecto Nacional y Popular. Por Alejandro Jesús Romero
El daño que produjo Cambiemos se puede sentir en la densa atmósfera del clima social, esa vibración que produce el hecho de que millones de argentinxs en los últimos tres años hayan sido empujados a la pobreza. Esta es, pese a la negación, una entidad más perceptible que las alarmantes estadísticas que miden la realidad. Es así porque los números son fríos y la información es ocultada o manipulada por el discurso de Cambiemos, para mostrar como razonable, aceptable y hasta inevitable, una catástrofe social inducida. En cambio, la atmósfera densa de desconcierto y de dolor, no se puede ocultar.
La dictadura mediática judicial que sostiene este gobierno, no puede ocultar el malestar de millones que han perdido lo indispensable o lo poco que tenían. Tampoco el de aquellos que creían tener asegurado su espacio de poder dentro del capitalismo argentino. El clima social de estos días está signado por una catarata descomunal de vivencias negativas sufridas por millones y también por el reflejo violento de la indiferencia. Cambiemos, como herramienta política y electoral del poder, transita el último año de su gobierno, casi al desnudo y al límite de su capacidad de manipulación; mintiéndonos en la cara, cada vez de manera más autoritaria, de que todo está bien y que para entrar en el mundo hay que aceptar la exclusión como norma.
Lo cierto es que el macrismo, como mascaron de proa de los intereses del poder financiero, corporativo y también del centralismo imperial norteamericano, ya no puede ocultar su fracaso como propuesta para mejorar la realidad.
Por esto, para abrirse paso en esta atmósfera, es necesario pensarnos en unidad. La unidad de todxs lxs excluidxs. Tenemos que entender que el enemigo que enfrentamos es el poder real. Pensarnos desde la perspectiva histórica de esta relación de explotación y subordinación que castiga a las grandes mayorías. Es necesario asumir la necesidad histórica de ir hacia un programa común, un acuerdo que pueda visibilizarse en la acción y en el mensaje, más allá de las diferencias. Pensar que es necesario contar con ese Frente para que en octubre podamos desplazar al régimen de manera democrática, aunque la fecha suene lejana. Esto supone también asumir la complejidad de las acciones que cada institución lleva adelante.
Los representantes de la industria nacional y el campo, desde hace tiempo vienen tomando distancia del bloque que conformaban con el sector financiero y corporativo y buscan la recomposición del ciclo capitalista en el país, en función de sus intereses claro, ensayando a figurones tipo Lavagna. Se trata de un sector que no representa intereses populares y que por sí sola tampoco tiene posibilidades, pero cuya base social electoral territorial, puede estar en disputa.
Por otro lado está la coalición Nacional y Popular, que tiene como sujeto de base a las mayorías del país. Un proyecto que lleva como principal referente a Cristina Fernández y referentes peronistas, con un caudal de votos que supera a todos los demás, esto pese a los ataques que el poder real impulsa en su contra. Tanto la usura cipaya macrista, como los sectores más reaccionarios de la oligarquía nacional del campo y la industria, ven en esa representación al enemigo de sus intereses, aunque que estos últimos tienen muestras de sobras, que el macrismo y el imperio vino por ellos también. Sin embargo, el acuerdo para proscribir o neutralizar a Cristina se percibe claramente. Basta decir que Milagro Sala y sus compañerxs siguen como presxs políticxs en la provincia del radical Morales y que Boudou, De Vido, D´Elia y otros, están presos en un penal Federal en Buenos Aires, todos bajo la atenta mirada de la Corte Suprema de Justicia.
Este contexto y esta atmósfera general, no pasa de largo en La Rioja. Basta pensar que el ajuste fue transferido en gran medida a las provincias; la pérdida del poder adquisitivo, los despidos de la industria y la intervención proscriptiva de la Corte Suprema de Justicia, para aceptar de que hay sobradas razones para sentirse mal. Pero si a esto le sumamos las operaciones y contorciones de algunos sectores, las sensación colectiva es aún peor.
Es preciso discernir cómo operan en lo local las fuerzas cuyas mandatarias se disputan a nivel nacional, no es fácil pero hay que enfrentar ese desafío. Debemos entender la lógica de las instituciones, incluso la de aquellas organizaciones que por su naturaleza se las ubica en el campo popular, pero que en este contexto funcionan como piezas distorsionantes de la realidad. No sucumbir en el facilismo de que todo es lo mismo y todos son iguales.
Hay que pensar y militar la unidad, entendiendo en qué lugar se ubica cada pieza respecto a los intereses del poder real. Ponderar el programa del potencial Frente, por sobre el de aquellos que son sectoriales y corporativos y tienden a romperlo. Pero también es necesario pensar en la unidad, dispuestos a darlo todo, a deponer cualquier interés personal o sectorial que no sea el de las mayorías.
Alejandro Jesús Romero – Comunicador Popular – Cooperativista
