Días atrás, trascendió la denuncia pública de Eugenia Torres Cortes contra el concejal Andrés Cejas, del partido Nuestra Tierra, por haber instrumentado su despido solapándose en terceros y en argumentos falsos. Se trata de un hecho grave, que atenta directamente contra el bienestar de una familia y también de otro penoso caso de deslealtad política. Por Alejandro Romero
Eugenia (mamá de cinco hijos), se desempeñaba como secretaria de Andrés Cejas, pero además era su compañera partidaria en una concejalía lograda gracias al trabajo de un colectivo ambientalista. Para ella, más allá de las necesidades, había cosas que no se podían trasgredir y resistió hasta donde la prepotencia del poder se lo permitió.
El gobierno municipal de Paredes Urquiza, que llegó con la boleta del Frente para la Victoria y hoy adhiere a Cambiemos o cualquier juego que lo sostenga en el poder, es un ejemplo notorio, no el único, de traición a los mandatos populares. En ese contexto se naturaliza la actitud de Cejas. Ambos dejaron atrás cualquier atisbo de coherencia respecto del espacio al que le deben fidelidad. La lógica del poder, por el poder en sí, para el sostenimiento de sus privilegios y el de las minorías del poder real, se impone por sobre cualquier código solidario y finalmente sobre todo sentido de sensibilidad humana.
Hay que asumir que no es un hecho aislado y que se inscribe en la lógica del poder político que gobierna el país y del neoliberalismo cultural, pero también asumir que es necesario generar respuestas colectivas ante la traición. Es necesario apropiarse de la historia de las luchas y las ideologías que las sostuvieron para hacernos de los anticuerpos que la industria cultural nos niega. Quizás así impediremos que el opresor nos haga morder su anzuelo una y otra vez, usando de carnada nuestras propias conquistas.
